Por: Gabriel Pineda – CMO Ciudad Segura Group

En Colombia vivimos con la sensación de que todo puede cambiar de un día para otro. Eventos como un paro nacional, una ola de robos, una crisis económica o una protesta que se sale de control puede cambiar el entorno en un abrir y cerrar de ojos; la incertidumbre dejó de ser excepción y se volvió rutina. Y en medio de todo eso, hay una figura que siempre está ahí, callada, firme: el gurda de seguridad.

Quizás no lo notamos mucho, está en la portería del conjunto, en la entrada del centro comercial, junto al cajero automático. Siempre con chaleco, radio en mano, atento. Mientras nosotros dormimos, ellos están despiertos., mientras corremos al trabajo, ellos ya están cumpliendo su segundo turno, sostienen (sin saberlo tal vez) una parte del país que no se puede caer: la sensación de estar a salvo.

Gabriel Pineda CMO -Ciudad Segura Group

Como se ha dicho siempre en el medio “la seguridad privada no es un lujo”; es una necesidad que se volvió cotidiana. En muchas zonas donde el Estado no llega del todo, el vigilante es el único que pone algo de orden. Es testigo de todo, pero casi nadie lo mira a los ojos. Lo damos por sentado, como si fuera parte del paisaje.

Detrás del uniforme hay historias duras, muchos han dejado sus tierras por la violencia, trabajan jornadas de 8 o 12 horas, y ganan apenas lo justo para sobrevivir. Aguantan el frío de la madrugada, la presión del entorno, el desprecio de algunas personas, y aun así responden con un “buenos días” sincero. Son trabajadores, padres, madres, personas que también sueñan con un país más tranquilo, pero mientras llega ese día, se encargan de generar sensación de seguridad. Pocas veces se habla de quienes, armados de valor y sin reflectores mantienen la calma en la puerta de nuestros hogares. No piden mucho: respeto, condiciones justas, y que los veamos como lo que son: “parte del tejido social”.

Es hora de reconocer más y mejor la labor que desempeñan en Colombia los hombres y mujeres que prestan el servicio de seguridad privada.